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Acciones de mejora para incrementar la biodiversidad funcional de los cultivos. Aumento de los enemigos naturales. Vegetación en los márgenes y manejo de zonas no productivas (IV)

Los bordes o márgenes con vegetación y los cercos vivos pueden ser lugares de alta diversidad y pueden contribuir a la creación de un hábitat con características cercanas a las de un ecosistema natural, ofreciendo numerosos servicios ecosistémicos.

La vegetación de alrededor del cultivo aporta importantes recursos para incrementar la abundancia y el impacto de los enemigos naturales. Los hábitats asociados a los cultivos pueden proporcionar recursos que no están a disposición de los artrópodos beneficiosos en el cultivo: huéspedes y presas alternativos, alimentos, refugio, lugares de hibernación o apareamiento y protección frente a sus propios enemigos naturales.

Resulta de especial interés introducir especies que se complementen en altura, con periodos de floración escalonados y diferentes tipos de ramaje y follaje. En función de estas características los setos pueden estar formados por árboles y arbustos, en cuyo caso deben ubicarse a una distancia prudente del cultivo para evitar sombreamientos indeseados y el efecto que pueden ejercer sus raíces sobre los cultivos, especialmente en los leñosos, o por especies herbáceas y arbustivas de porte bajo, en cuyo caso podrán situarse junto al cultivo como separación de parcelas, en caminos, en taludes, etc., facilitando el movimiento de organismos entre hábitats seminaturales y estableciendo conexiones entre los ecosistemas principales: islas de vegetación, matorrales, cultivo, etc. De esta forma se favorece extraordinariamente la difusión de la biodiversidad en el área cultivada.

Estos cercos permiten a las poblaciones de niveles tróficos altos mantenerse a lo largo del tiempo y proporcionan barreras de dispersión y movimiento de plagas minimizando su propagación a través del cultivo (Altieri y Nicholls, 2012).

Cercos arbustivos en el margen del cultivo

Vegetación en los márgenes del cultivo

Muchas plagas de insectos no están presentes continuamente en los cultivos anuales y sus depredadores y parasitoides deben sobrevivir en algún lugar durante su ausencia. La entomofauna benéfica asociada a la vegetación en los márgenes del cultivo ha sido investigada para muchas especies. El estudio más exhaustivo de la fauna asociada a varias especies herbáceas probablemente sea el trabajo de Nentwig y colaboradores en Berna (Suiza), en el que se muestrearon los insectos asociados a 80 especies hebáceas sembradas en un total de 360 parcelas. Según este estudio, las especies de malas hierbas son hábitats de insectos con características muy diferentes.

Se encontraron niveles muy altos de insectos en amapola (Papaver rhoeas), colza (Brassica napus), trigo sarraceno (Fagopyrum esculentum) y tanaceto (Tanacetum vulgaris), donde se localizaron más de 500 artrópodos/m2. La mayoría de los parasitoides fueron Hymenoptera de las familias Aphidiidae, Braconidae e Ichneumonidae, Proctotrupidae y Chalcicoidea; se detectaron especialmente en las familias Asteraceae y Brassicaceae. Los depredadores dominantes fueron Diptera (Empididae), Coleoptera (Coccinellidae, Carabidae, Staphylinidae y Cantharidae) y Neuroptera (Chrysopidae), ellos prefieren la borraja (Borrago officinalis), ciano (Centaurea cyanus) y Papaver rhoeas. Los sírfidos afidófagos requieren una sucesión de especies vegetales con floraciones escalonadas, entre las que se encuentran la Brassica, Sinapsis y Raphanus. Los sitios preferidos para la oviposición por la crisopa común (Chrysoperla carnea) incluyen cerca de dieciséis plantas, tales como Agrostemma githago, Trifolium arvense, Echium vulgare, Oenothera biennis, Centaurea jacea, entre otras.

En general, la mayoría de los insectos benéficos presentes en vegetación hebácea tienden a dispersarse hacia los cultivos.

Corredores biológicos

En ocasiones el efecto de la vegetación en los márgenes puede verse limitado y disminuir gradualmente con el incremento de la distancia desde el borde.

Para superar esta limitación el establecimiento de corredores biológicos dentro del cultivo estimula el movimiento de los insectos beneficiosos más allá de sus zonas de confort y refugio asegurando la colonización del cultivo.

Estas estructuras son más sofisticadas que las cubiertas vegetales, ya que deben estar compuestos por especies herbáceas y arbustivas de floraciones secuenciales localmente adaptadas y deberían enlazar los diferentes hábitats (cultivos, islas de biodiversidad, vegetación en los márgenes, matorrales y vegetación forestal). En un contexto ideal podrían crear una red que permitiera a muchas especies de insectos beneficiosos dispersarse a través de regiones agrícolas completas más allá de los límites de la finca.

Los corredores no deben ser estructuras lineales sino manchas de vegetación semejantes a las naturales. La mejor manera de asociar especies es observar cómo lo hacen ellas en su medio natural. Así, son frecuentes algunas asociaciones como: Retama + romeros + tomillos + lavandas o lavandas + tomillos + jaras.

Corredor de más de 60 especies de plantas silvestres, que proveen floraciones durante todo el ciclo vegetativo en un viñedo ecológico del norte de California (Altieri, 2010)

Corredores biológicos en cultivos herbáceos y hortícolas

Manejo de las zonas no productivas

Esta acción de conservación consiste en la reorganización de zonas en situación de barbecho. Existen dos posibilidades: mantener la parcela sin laboreo, permitiendo la sucesión ecológica de la vegetación espontánea, o bien sembrar especies que mejoren las características del suelo o constituyan alimento para mamíferos, aves, insectos…

En el primer caso, con el tiempo, la vegetación evolucionará de manera natural desde la primera comunidad dominada por especies colonizadoras, hasta lograr un equilibrio ecológico. El ecosistema alcanzará un punto en el que el ritmo y la naturaleza de los cambios dejarán de ser significativos.

Vegetación espontánea

Existe otra modalidad de manejo de zonas no productivas que consiste en sembrar o plantar especies introducidas. La elección de estas dependerá del uso que se quiera dar a la parcela. Así, por ejemplo, se puede sembrar esparceta, que mejora extraordinariamente la característica del suelo, los girasoles y sus nectarios fácilmente accesibles atraerán un gran número de artrópodos beneficiosos, ya que son buenos productores de néctar; el trigo sarraceno ha demostrado en diversos estudios que es capaz de atraer niveles muy altos de parasitoides y depredadores de plagas. Sembrar una mezcla de especies adecuadas para la alimentación de mamíferos como los corzos evitará que se alimenten del cultivo, hemos ocupado su espacio y necesitan lugares seguros donde alimentarse, sino encuentran qué comer fuera del cultivo lo harán dentro de él.

Mezcla de especies para alimentación de fauna en una zona no productiva
Esparceta sembrada en una zona no productiva

Por último, puedes dedicar pequeños espacios de la finca a crear islas de biodiversidad donde sembrar mezclas de semillas especialmente seleccionadas para polinizadores, mariposa, etc. También puedes instalar estructuras como refugios para insectos, bebederos, nidos para aves insectívoras, cajas nido para murciélagos, cajas nido para aves rapaces nocturnas y pequeñas rapaces, luces para fomentar la atracción de insectos, colmenas, refugios para reptiles…

Nidos para cernícalo primilla, nido para aves insectívoras, nido para murciélagos, nido para lechuza
Refugio para insectos, refugio para reptiles, refugio para mariposas, colmenas, refugio de insectos con bebedero para pájaros
Isla de biodiversidad, vegetación forestal en el margen del cultivo, manejo zonas no productivas estratégicamente localizados para servir de fuente de irradiación de enemigos naturales en un viñedo ecológico del norte de California (Altieri)

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Esta entrega es la última de esta serie dedicada a la mejora de la biodiversidad funcional de los agroecosistemas. Esperamos que estas ideas os puedan ser útiles.

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